“Súbala. Ahora acuéstela”, me ordenaba una empleada de Avianca refiriéndose a una maleta de 22 kilos que estaba embarcando por un nuevo sistema. “Tome el escáner. Escanee el código del tiquete y del pasabordo”. No coincidieron. Mi esposa tenía otra maleta. “Las pusieron mal”, espetó. Las había puesto mal una amable compañera de ella que ayudó a iniciar el proceso, cosa que no hubo tiempo de aclarar. “Párela, sáquela, vuélvala a subir y vuélvala a acostar”. Si algún jefe me mandara así habría renunciado. “Señorita, yo no soy empleado de Avianca, estoy pagando por atenderme a mí mismo”. Y tengo 75 años, cosa que no dije,........