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Tesoro Quimbaya | Columna de Orlando Araújo Fontalvo
Escribo estas líneas en un lugar de Moncloa, resguardado de la fortísima lluvia madrileña en un providencial café de mexicanos. Después de un espléndido paso por Sevilla, me acompañan mi hijo Orlando y su novia Valentina, viajeros formidables, quienes me han dejado instalado en una de las mesas del café, pues el Museo de América, que acabamos de visitar, tiene narigueras sagradas, orejeras finísimas, cerámica precolombina, canoas ceremoniales y hasta momias de Paracas, pero por desgracia no dispone de una humilde mesa para la escritura.
Acabo de contemplar, sobrecogido y nostálgico, el majestuoso tesoro Quimbaya. Hace mucho quería escribir sobre este tema, pero no quería hacerlo hasta no conocer de primera mano uno de los........
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