Memoria de mis putas tristes | Columna de Orlando Araújo
En el cuento de juventud La noche de los alcaravanes, García Márquez narra la historia trágica de unos amigos que quedan ciegos a causa de los picotazos de una parvada de aves zancudas de burdel. El cuento brotó del burdel de la Negra Eufemia en La Arenosa. También en La mujer que llegaba a las seis toca tempranamente esta temática prostibularia, que reaparecerá en el pellejo de la gitanilla que carga con José Arcadio, en la casa de las muchachitas que se acostaban por hambre, en el burdel errante de la Cándida Eréndira, en la contabilista Nigromanta, que anota sus créditos a Aureliano Babilonia con rayitas en la puerta, en el prostíbulo de Pilar Ternera, encarnación cimera de la Negra Eufemia, en la postrera alcahueta Rosa Cabarcas, la Celestina de Memoria de mis putas........© El Heraldo
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