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Los tres rostros del alquimista | Columna de Orlando Aráujo
En uno de sus espléndidos relatos, Borges cuenta la historia de un escritor judío, quien justo antes de ser fusilado por los nazis, hace un balance de su vida y le pide a Dios el milagro de un año más para completar en secreto la única obra capaz de redimirlo, de justificarlo. Semejante percance de última hora no debió desvelar al mago de Aracataca, cuya existencia puede incluso justificarse con relatos tan tempranos como “La noche de los alcaravanes” o “Alguien desordena estas rosas”.
Comprendió que el oficio de las letras requería de un profesionalismo insoslayable, que la voracidad de la lectura era el único camino para la formación literaria y humanística, que toda buena literatura es de algún modo una........
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