Calor de agosto | Columna de Orlando Araújo
Hace cuatro años escribí: «me gusta pensar que cada mes del año tiene su novela, por eso en esta ocasión la elección no podía ser otra que En noviembre llega el arzobispo, de Héctor Rojas Herazo, la brillante segunda entrega de la melancólica trilogía de Cedrón, que completan Respirando el verano y Celia se pudre. Desde luego, no estamos ahora en noviembre, sino en agosto, pero la sensación es la misma. Agosto ha sido un tiempo fértil para la literatura, en todos los sentidos, de eso no hay duda.
A vuelo de pájaro, puedo recordar la novela Agosto (1990), del escritor brasileño Rubem Fonseca, autor de El cobrador y Feliz año nuevo, también la inolvidable Luz de agosto (1932), del maestro norteamericano de Gabo William Faulkner, cuyo mítico condado puso los cimientos de Macondo. Por cierto,........
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