La llama que no se apaga |
Antes de que el gas natural llegara a los departamentos del Atlántico, Magdalena y Cesar, la vida cotidiana tenía otro ritmo. Cocinar implicaba luchar contra la lluvia y el viento, cortar árboles para conseguir leña y soplar fogones respirando humo contaminante. Los vehículos no imaginaban moverse con un combustible más limpio y económico, y la industria debía elegir entre quemar carbón o someterse a apagones eléctricos.
Nadie imaginaba un futuro distinto. Y, sin embargo, ese futuro hoy es nuestro presente: uno de comodidad, progreso, bienestar y mejor calidad de vida. Todo eso, en gran parte, gracias al gas natural.
Desde sus primeros........