Ataques dentro del reino |
La presidenta Claudia Sheinbaum sigue hablando de las elecciones en Chile y sigue sin entender lo que pasó allá –una lectura que la ilustraría es la de Otto Granados en Este País, “¿Qué pasó en Chile? Cuando el éxito no basta”–, porque le permitiría leer mejor el presente mexicano en el cual se encuentra atrapada, no sólo ella, sino también Morena y, en particular, el ala más dura del obradorismo. Sheinbaum no deja de pensar en esa contradicción, aunque prefiere la salida contrafactual y mentirosa de que lo que sucedió en la nación andina no pasará aquí porque, entre otras razones, hay unidad en el movimiento cuatroteísta. Todo lo contrario.
A la vista de todos, pero no extrañamente sin que muchos lo vean, hay una fuerte lucha al interior de las élites de Morena, donde hay dos agendas confrontadas: la que está intentando llevar a cabo la presidenta para estabilizar el país y lograr la gobernabilidad, y la de los puros, los incondicionales del expresidente Andrés Manuel López Obrador, que están impulsando una purga de críticos y opositores al régimen, mientras debilitan a la mandataria saboteando sus estrategias y golpeando a personas muy cercanas a ella.
Por momentos, Sheinbaum gobierna; por otros, administra una herencia incómoda. La confrontación que hoy asoma –cada vez menos soterrada– entre la presidenta y el ala dura de López Obrador no es un pleito de egos ni un ajuste menor de estilo. Es una disputa por el poder real, por el control del relato y, sobre todo, por el futuro de Morena, que significa candidaturas, presencia territorial,........