A menudo hago un ejercicio que me sirve para entender el verdadero peso de las canas que ya pintan mi cabello: hago cuentas; sumo esos años que transcurrieron entre los eventos que constituyeron el objeto mismo de mis libros de historia y el comienzo de mi secundaria, y analizo qué ha sucedido en el mismo período, contado al revés, desde hoy hacia atrás, según el mismo número de años sumados. Por ejemplo: entre que terminó la Segunda Guerra Mundial y comencé mi secundaria transcurrieron treinta y cinco años. Ese mismo período, contado en reversa desde nuestros días, nos coloca en la caída del Muro de Berlín.
Este pasatiempo me permite asimilar el concepto de modernidad en el que vive mi padre a sus casi noventa años, y me permite también entender qué tan lejana, en el tiempo, mis hijos perciben la música o los eventos que yo mismo viví cuando era joven.
Si histórica y conceptualmente me parece muy lejana la llegada de Lázaro Cárdenas al poder, fecha en la que nació mi padre, eso quiere decir que a mis hijos les debe parecer igualmente lejana la matanza en la plaza de las tres culturas en Tlatelolco, que tuvo lugar en la fecha en que yo nací. Si para mí aparece distante la administración de Miguel Alemán Valdés, entonces........