La prioridad del gobierno Petro hoy es conseguir la aprobación antes de mayo de su Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026, Colombia potencia mundial de la vida. Del borrador casi terminado que presentará al Congreso, veo una visión clara y coherente de lo que pretende el nuevo mandatario: subir a bordo del progreso nacional a los que nunca cupieron. Al hacerlo, desatar la riqueza sostenible de nuestra geografía diversa y liberar el talento humano atrapado por la falta de oportunidades. Forjar una economía que gerencie bien sus recursos y haga que sus tesoros alcancen para todos.
Al contrario de lo que dice la derecha con persistencia de mula, de que este gobierno quiere sabotear al sector privado, este plan reafirma que si no se crea riqueza no se puede distribuir, y que aunque el Estado debe crecer porque es demasiado pequeño, debe hacerlo en llave con el la iniciativa privada.
Presenta un doloroso camino a la Colombia que no nos gusta mirar. Retrata con cifras bien escogidas el tamaño de nuestro desperdicio de talento humano y del maltrato por el medio ambiente, nuestros bienes más preciados. Aquí unas: 41 % de los municipios está a más de dos horas de camino de centros urbanos grandes y 58 municipios no están siquiera conectados a una red vial. Apenas reciclamos el 14 % de nuestros residuos y 512 municipios sirven agua de mala calidad, mientras los acueductos pierden el 40 % del agua que distribuyen.
Con 38 millones de hectáreas de parques —en teoría, al menos— y mejor infraestructura deberíamos producir muchos más de los 3.000 millones de dólares en el primer semestre de 2022 en turismo de naturaleza. Y no podemos seguir dando la mitad de los estímulos culturales sólo en Bogotá y dos departamentos más.
La inserción de los excluidos empezó por el método de trabajo. No es un plan trazado en el largo y solitario edificio del DNP en el centro de Bogotá, sino conversado con cientos de miles de personas en medio centenar de regiones, quienes, hasta noviembre pasado, ya habían formulado 14.000 cosas que deberían cambiar y 22.000 propuestas de cómo hacerlo.
La gente dijo que quiere EDUCACIÓN, así con mayúscula, porque es la palabra más citada. Quiere vivir con dignidad, con agua potable accesible, tener dónde botar sus aguas residuales y basuras sin que los olores los mareen ni se enfermen los niños, apoyo para sus emprendimientos, buena alimentación para sus hijos, atención en salud mental y apoyo para cuidar a sus viejos y las personas con alguna discapacidad.
El plan no resulta, sin embargo, en un sancocho nacional de miles de páginas escritas con apuro en diversas dependencias oficiales. Tiene 204 páginas (el anterior tenía más de mil) y enfoca la atención en cinco metas: mejora administración y uso del territorio para proteger el agua y los recursos; seguridad y justicia; alimentación; tránsito energético en la batalla contra el cambio climático; y mejor conexión de las ciudades con el campo, elevando la calidad de vida de los habitantes de municipios marginados.
Las metas obligan a actuar intersectorialmente, a romper barreras entre ministerios, a sumar criterios y presupuestos entre entidades nacionales y locales.
En suma, la nueva estrategia busca conectar a la Colombia profunda con la Colombia dinámica y moderna. O, mejor dicho, conectarla de una manera que enriquezca y empodere a los habitantes de la primera y borre de la fórmula de modernidad y dinamismo, los ingredientes que hoy le subyacen de destrucción ambiental y pulpos multicrimen.
El plan conmueve. Dibuja la esperanza; una ruta para crecer juntos, dejando a los hijos esta exuberante geografía en mejor estado.
Un plan para emparejar a las dos Colombias
La prioridad del gobierno Petro hoy es conseguir la aprobación antes de mayo de su Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026, Colombia potencia mundial de la vida. Del borrador casi terminado que presentará al Congreso, veo una visión clara y coherente de lo que pretende el nuevo mandatario: subir a bordo del progreso nacional a los que nunca cupieron. Al hacerlo, desatar la riqueza sostenible de nuestra geografía diversa y liberar el talento humano atrapado por la falta de oportunidades. Forjar una economía que gerencie bien sus recursos y haga que sus tesoros alcancen para todos.
Al contrario de lo que dice la derecha con persistencia de mula, de que este gobierno quiere sabotear al sector privado, este plan reafirma que si no se crea riqueza no se puede distribuir, y que aunque el Estado debe crecer porque es demasiado pequeño, debe hacerlo en llave con el la iniciativa privada.
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