Evangelios modernos (y heréticos)

Si su misión era ser un mortal, Jesús debió tener una infancia corriente. Seguramente rio, saltó y cayó como todos los niños. En las tardes, en las reuniones de los hombres en la carpintería de su padre, conoció Las Escrituras entre escuadras y formones, las fragancias secas de las maderas y los efluvios ácidos de los barnices, y oyó esperanzado, como todos, la profecía que anunciaba la llegada del salvador de Israel.

Se cree que a los 20 años volvió a Egipto y estudió medicina en Alejandría. Luego anduvo entre los magos mesopotámicos. En la época, la magia comprendía cinco disciplinas: botánica, astrología, música, geomancia y alkabalaj, arte adivinatorio del que derivaría la cábala. Viajó por Fenicia, estuvo en Tiro, Sidón y Samos. En estos viajes, quizá en los muelles que tocaban barcos griegos, aprendió las argucias retóricas con los que confundirá a los fariseos. Soy el que soy...........

© El Espectador