El infravalorado oficio de acompañar |
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Vuelvo a tocar el piano después de tres meses de receso total. Mi profesor, paciente y amoroso, me dice que los dedos tienen memoria, que ya volverán a ir solos, me asegura. Yo me fustigo y le digo que es muy tarde ya para volver a intentar aprender. Un viaje me alejó de mi piano y de la rutina de tocarlo casi todos los días, así fuera por unos minutos, y mientras estuve por fuera no me quedó más remedio que anhelar tocar uno. Mi joven maestro me anima, y me va llevando, como un ciego que atraviesa una calle, de su mano y de la mano de la partitura.
Al cabo de un rato de sesión, de repente empiezan mis manos a recordar el camino. Es milagroso. Platón tenía toda la........