Luis Tejada Cano (III)


En julio de 1918, tras despedir a un amigo en la estación del Tren de la Sabana, el movimiento de viajeros y mercancías llevó a Tejada a imaginar nuevos rumbos: “Todo eso nos prende en el alma un deseo irresistible de irnos también, de tomar nuestra maleta y largarnos de la ciudad donde hemos estado ya bastante tiempo y donde no hay ya nada nuevo para nosotros”.

Tres meses después viajó hacia Barranquilla, adonde se dirigió, según una nota de El Espectador, “a ocupar un importante puesto en la canalización del río Magdalena”. Al parecer no tenía prisa, porque hizo una escala en Medellín, de modo que cuando finalmente llegó, el importante puesto no estaba disponible. Entonces se dedicó a lo que mejor sabía hacer: escribir para la prensa.

En Barranquilla ya se tenía noticia de él como cronista. El primer comentario que se conoce sobre su obra proviene de El Día, periódico de esa ciudad para el cual, gracias a Tejada, la crónica bogotana empezaba a salir del “monopolio de mediocres” que la mantenía postrada, destacando la “desbordada tendencia a conceptuar”, “la exposición correcta y precisa” y “la soltura exquisita” de su estilo.

En “El viaje”, un artículo escrito en enero de 1919 a raíz de una gira del presidente Marco Fidel Suárez por la Costa, Tejada describió lo que un cachaco proveniente de la adusta capital habría de experimentar al llegar a la región: “adquirirá de súbito la percepción de un existir más amplio, más libre, más franco; sentirá el fuego de estos soles; admirará el cándido cielo, bajo y limpio, que la brisa marina........

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