El inútil de la familia

De pronto Barclays se siente atacado por una suma de infortunios que, a sus ojos, constituyen una crisis: el editor de su programa de televisión se va de vacaciones a Cancún (y no hay otro editor en el canal que pueda sustituirlo, porque simplemente no hay otro editor en el canal); la empleada doméstica viaja una semana a descansar con su madre en Punta Cana (a descansar no tanto de la vida misma, como del propio señor Barclays); la cuidadora de su perro aborda una aerolínea turca en compañía de sus amigas y se marcha dos semanas a Estambul (por lo visto, ha hecho una fortuna cuidando perros); el jardinero renuncia y vuelve a su Guatemala natal, tras ahorrar un buen dinero que le permitirá abrir un negocio (probablemente, una ferretería); y el señor que echa cloro en la piscina cae enfermo de una cirrosis, porque es conocido por echar cloro a la pileta, al tiempo que, a la sombra de una palmera, alcohólico veterano, incendia con aguardientes caribeños su organismo diezmado por los años y el calor (y no tiene seguro médico, y Barclays corre al hospital para dejar su tarjeta de crédito y asegurar que su amigo, el técnico de la piscina, no pierda la vida).

Barclays descubre entonces que es un inútil, un perfecto inútil, el inútil de la familia. Es decir: no sabe editar los videos del programa y no tiene un productor que pueda conseguirle buenos invitados y no sabe cómo hacer programas de una mínima calidad sin la contribución valiosa del editor viajero que, a sus ojos, lo ha abandonado de forma egoísta y desleal; no sabe hacer los jugos de naranja y papaya que le preparaba su empleada doméstica, unos zumos que él bebía como toda forma de desayuno hacia la una de la tarde, cuando despertaba y volvía a la vida; no sabe pasear al perro y recoger humildemente sus deposiciones, pero sobre todo no sabe acallarlo durante la mañana, mientras duerme, y entonces el perro ladra a menudo y lo despierta una y otra vez, porque........

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