Sentidos de la universidad pública
Es lugar común en las discusiones sobre la educación superior pública hoy, señalar los impactos negativos que ha dejado la Ley 30 de 1992 en su artículo 86 y 87, que ha buscado llevarla a su marchitamiento por el déficit estructural en su financiación.
Como rector de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) estoy totalmente de acuerdo con las exigencias del Sistema Universitario Estatal (SUE) y de la comunidad académica, respaldadas a su vez por redes de profesores(as), organizaciones sindicales, plataformas organizativas estudiantiles, sobre la reforma de los artículos 86 y 87 de la Ley 30. Apoyamos en el Congreso de la República las iniciativas que en este sentido se vienen adelantando y participaremos en las construcciones y debates correspondientes que conduzcan a la aprobación de la reforma.
Sin embargo, el propósito de esta reflexión es sostener que estas reivindicaciones de tipo administrativo y financiero solamente tienen sentido si hay un proyecto académico que lo fundamente. Vale decir, la defensa de la financiación adecuada para la universidad pública es una exigencia ética, académica y política de acuerdo con su naturaleza, función y misión en el proyecto de construcción de un país con democracia y justicia social, que se oriente a superar las brechas de desigualdad e injusticia, y se apoye en una educación pública de excelencia, con presencia regional y proyección social.
En consonancia con estos planteamientos, señalo a continuación algunos sentidos que considero importantes para revitalizar la relevancia de la universidad pública que nos permita movilizar los respaldos de la sociedad a nuestras justas demandas.
El primer sentido hace referencia a sus orígenes, pues desde el siglo XII, la universidad se ha considerado un centro del saber, una comunidad de estudiantes y profesores reunidos en busca del conocimiento permitiendo la construcción, de visiones del mundo,........
© El Espectador
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