En una entrevista con El Espectador, desde el Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP), el padre Javier Giraldo se refirió al “problema de los medios”: “La información y el manejo de las conciencias lo hacen grandes medios, todos pertenecen a grandes conglomerados económicos y a eso se le llama libertad de prensa […] A Petro lo van a tumbar los medios, uno oye Caracol, uno oye RCN o lee la revista Semana, y es el envenenamiento y la deslegitimación más radical de todos los detalles del Gobierno”.

Desde las entrañas de los grandes medios debo decir que estoy parcialmente de acuerdo con esa apreciación. Espero, eso sí, que su predicción no se cumpla.

Giraldo propone una autocrítica pertinente: ¿estamos examinando el tono, el lenguaje, los contextos, los prejuicios desde los cuales informamos e interpretamos el actual gobierno? Basta con citar un caso: el trato diferencial de algunos periodistas a las vicepresidentas Marta Lucía Ramírez y Francia Márquez.

¿“De malas”?

Parecemos informar para condenar y no para entender. Los medios de comunicación estamos para hacer control político, no para encarnar la oposición de los gobiernos. Sentir miedo frente a la incertidumbre de esta coyuntura de cambios es una reacción natural: la especulación sobre la reforma a la salud nos tiene enfermos, tanto como la avalancha de proyectos de ley o los partidos políticos que convierten en buitre al cóndor del escudo. Lo que no podemos naturalizar es interpretar el mundo desde nuestros temores.

Esta piromanía —de periodistas y políticos— tiene que cesar por el bien de la democracia.

El informe “La verdad victimizada: el periodismo como víctima y su rol y responsabilidades en el marco del conflicto”, de la Comisión de la Verdad (CEV), dice: “Han sido muchas las maneras en las que algunos periodistas y medios de comunicación han contribuido al escalamiento de la confrontación y al deterioro de la democracia, y han lesionado el derecho constitucional de los ciudadanos a estar bien informados”.

Generar miedo en las audiencias es un juego de poder cuyo precio se paga con desconfianza en la democracia.

En alguna ocasión, Néstor Morales le dijo a un panelista de Blu Radio que mostró “los dientes de leche”, supongo que sugería ingenuidad en su intervención. Leer varios periódicos nacionales y extranjeros, mientras se monitorean las noticias radiales cada mañana, puede ser la cuota inicial para un pabellón en el manicomio… o una manera de contrastar miradas para intentar hilar, entender, informar y preparar ciudadanías críticas.

Quienes tienen dientes de leche no han sido contaminados por los vicios y lugares comunes de la adultez. Todavía tienen suficiente creatividad para imaginar otros mundos distintos y, por qué no, posibles.

Ni “de leche” ni “de lobo”. Si “tumban” a Gustavo Petro, nos arrastran a todos en su caída. La misma suerte le aguarda al país si el periodismo afloja en el control político o si la gran prensa insiste en no declarar, con transparencia ante las audiencias, cuando tiene de por medio intereses empresariales y gremiales.

Necesitamos conversar sobre la libertad de conciencia de los periodistas, padre Giraldo. La singularidad.

El tercer punto del decálogo final de la CEV esconde la cara oscura de la libertad de prensa: “Aceptar que somos muchos —en diverso grado, por acción o por omisión— los responsables de la tragedia”.

QOSHE - “Los dientes de leche” - Ana Cristina Restrepo Jiménez
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“Los dientes de leche”

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05.05.2023

En una entrevista con El Espectador, desde el Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP), el padre Javier Giraldo se refirió al “problema de los medios”: “La información y el manejo de las conciencias lo hacen grandes medios, todos pertenecen a grandes conglomerados económicos y a eso se le llama libertad de prensa […] A Petro lo van a tumbar los medios, uno oye Caracol, uno oye RCN o lee la revista Semana, y es el envenenamiento y la deslegitimación más radical de todos los detalles del Gobierno”.

Desde las entrañas de los grandes medios debo decir que estoy parcialmente de acuerdo con esa apreciación. Espero, eso sí, que su predicción no se cumpla.

Giraldo propone una autocrítica pertinente: ¿estamos examinando el tono, el lenguaje, los contextos, los prejuicios desde los cuales informamos e interpretamos el........

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