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Elon Musk contra Sam Altman o el lobo con piel de cordero

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13.03.2024

El poder que las compañías llamadas Big Tech, con la alianza de OpenAI y Microsoft a la cabeza, está ejerciendo sobre la inteligencia artificial roza lo absoluto. El modelo ChatGPT de OpenAI, al entrar el primero en el mercado, fue un claro ejemplo de Blue Ocean, llegando a 100 millones de usuarios en tres días. Pero lo que no se sabe tanto es que este Blue Ocean no fue únicamente empresarial, sino también técnico.

Al llegar el primero al mercado, ChatGPT se quedó con el feedback de todos los usuarios a los que fue ofrecido para mejorarse, mediante lo que se conoce como la técnica de aprendizaje reforzado basado en el feedback humano. En otras palabras, que OpenAI ha utilizado a todos los early adopters de ChatGPT como testeadores de su software, mejorando drásticamente su rendimiento. Esta es la principal ventaja competitiva de OpenAI (y por ende de Microsoft) hoy por hoy, no tener únicamente los datos de Internet sino los datos que diariamente su cartera de usuarios le está brindando. Un auténtico activo de valor incalculable, y codiciado por muchos otros.

Hace unos días, Elon Musk, consciente quizá al final de que su querido modelo Groq de su aún más querida empresa X parece no poder competir con el gran rendimiento de OpenAI, decidió........

© El Economista


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