Diego Augusto Arcila Vélez

Esta mañana de 19 de octubre en el Vaticano, acaba de ser elevado a los altares José Gregorio Hernández Cisneros, médico venezolano, al lado de la Hermana María del Monte Carmelo Rendiles Martínez y otros 5 más santos de distintas nacionalidades. Desde su muerte, ocurrida el 29 de junio de 1919, a la edad de 54 años, tras ser atropellado por un carro, y aún en su vida misma, ha sido recordado por su figura delgada, tez morena —propia de los habitantes de Isnotú, Trujillo, donde nació el 26 de octubre de 1864— y su elegancia característica: camisa blanca, pantalones y saco negros, y el sombrero que siempre lo acompañaba. Así solía vérsele pasar, presuroso, tímido pero amable, al “buen médico de Dios y amigo de los pobres”.

San Gregorio Hernández como lo podemos llamar desde hoy “es un santo para nuestro tiempo, un modelo de laico cristiano que nos invita a vivir la fe con alegría y compromiso, y a poner al servicio de los demás nuestros talentos y capacidades a favor de los más necesitados”, decía el papa esta mañana en su homilía. San Gregorio Hernández fue un médico, científico, profesor, filántropo, que siempre buscó a Dios en su vida común y corriente; cuenta la historia que se preparó de la mejor manera, inclusive en el........

© El Diario