Con el propósito de concientizar sobre las dificultades y adversidades que afrontan las personas migrantes, así como de promover sus derechos, el 18 de diciembre se conmemora el Día Internacional del Migrante.

Migrar es una grieta en la vida. Es aprender a cargar el pasado en una mochila pequeña y a dejar, sin ceremonia, todo lo que alguna vez fue hogar. Migrar es caminar con el corazón en la mano, expuesto al cansancio, a la espera y a la incertidumbre. Cada 18 de diciembre se convierte en un compromiso de ver más allá de los discursos oficiales y de las cifras frías. Nos exige detenernos en los rostros, en los nombres que se diluyen en los albergues, en las historias y los silencios de quienes han dejado su hogar; en los niños que juegan entre maletas prestadas y en las mujeres que duermen con un ojo abierto, resguardando lo poco que les queda: la vida.

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Quien migra no lo hace por aventura. Lo hace empujado por la violencia, por el hambre, por la falta de oportunidades o por el simple deseo de sobrevivir. He escrito muchas veces que el migrante no huye de su lugar de origen; huye de una realidad que ya no le permite quedarse. Y aún así, al cruzar fronteras, encuentra nuevas formas de violencia: el rechazo,........

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