¿Es la vulgaridad un acto de liberación o cuestión de bajeza?

Julián Cárdenas Correa

Es tal el deterioro intelectual que vivimos, que personas que tildan a otros como “hp”, “malp…”, o “gono…” en redes sociales, con la grosería escrita de manera completa, sin reducir su redacción como lo hago en esta columna, son hoy calificados como líderes de opinión.

Lo que antes era vulgar, lo que antes eran gamines, lo que antes era ofensa y grosería, hoy es simplemente una manera de comunicarse.

Se ha vuelto clasista expresarse de manera decente. Basta con ver cómo “molieron” en redes a la hija de María Corina Machado que se expresó de manera tan decente, tan superlativa, al recibir el Nobel en nombre de su madre. A esos extremos llegamos. Ser decente es ser de derecha o de clase social excluyente.

El nivel de bajeza es tal, que ya no es sólo la música la que habla de “ponerse en cuatro”, el espectro del discurso en general, se ha tornado tan ruin, que ya nadie se sonroja ante expresiones de odio y grosería que hace sólo unos lustros ponían a quien las expresaba en la picota pública.

En la actualidad al que atacan, al que cancelan y al que censuran, es el que se manifiesta suavemente, el que respeta el tiempo del otro, el que mira con respeto y espera prudentemente.

Confundimos la invitación a ser sencillos en la expresión, a ser cercanos al pueblo, a la gente sencilla, con ser groseros, ofensivos y ruines.

Y nos lo han dicho desde Viktor Frankl, hasta Byung-Chul Han,........

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