EL ENTORNO

No resultan fácil, menos aún grato o habitual, normal, entrar a regodearse de todo aquello a suceder en el medio, asiento de obligaciones, deberes, de aludir a la serie de circunstancias comunes, corrientes cuando ellas acontecen en edad adulta, ante ciertas condiciones sociales, personales e individuales. El tema no es de tal entidad, al cual pueda llegarse dotado de asomos apesadumbrados, rodeados de melancolía ancestral, quizá, al decir de los entendidos en el área, restringidos por traumas heredados de un pretérito desconocido o nada bien asimilado. La cuestión estriba en mencionarlo protegidos del aplomo, la cordura, el recato, la responsabilidad suficientes, en aras de evitar ello conduzca a un talante emocional incontrolable o perjudicial, en contra vía de vida espiritual calmada, mesurada. Apunta a impedir un drama de lo que ocurre a nuestro alrededor, a sabiendas de la consigna del tiempo, la seguridad conocida acerca de los efectos consiguientes. El asunto amerita actitud lo bastante aplomada, consciente, abrazada de la mayor cautela, prudencia, sensatez, plenamente convencido de lo percibido, experimentado, cuidadoso, consecuente de la labor emprendida, incluso haciendo gala de un buen sentido del humor, agregándole al aspecto un sello inconfundible de hilaridad. Es la ocasión precisa, adecuada, para........

© El Diario