A María Victoria Calle |
Adiós «Totica». Quise escribir esta columna desde hace varios años, pero una remota esperanza me lo impedía. Quería que sanaras como lo quisimos todos quienes te admiramos y albergué la posibilidad de una recuperación que con los días se hizo imposible. Quise entonces que murieras, que tu cruel destino terminara. Era desgarrador visitarte y descubrir tu conciencia viva en medio de tu cuerpo malogrado. Una prisión que nadie quiere siquiera imaginar. Tu sonrisa se fue apagando velozmente al contrario que tu vida, que lo hacía muy lentamente. Perdón por mi egoísmo, que encontró sin embargo refuerzo en el anhelado deseo de partir que se advertía en tus ojos.
Pero tu legado no es para lamentos, tampoco para lágrimas.
A la «Tota» no hay que recordarla por la ironía de su destino, sino por la magnanimidad de su existencia. Se fue un ser excepcional, una mujer aquilatada que supo........