Las comparaciones -nunca- son ociosas II
En la entrega anterior compartí mi opinión de que las comparaciones podrán hacer sentir mal a alguna de las partes, pero eso no quita su lado positivo: si no volteamos alrededor nos podemos quedar tan felices y campantes pensando en que lo alcanzado es suficiente -reciclando nuestras miserias, como decía mi querido Maestro- cuando en realidad queda mucho, mucho por hacer; pusimos el ejemplo del aeropuerto de Ciudad Juárez, con su ampliación relativamente atinada en lo que corresponde al proceso de abordaje y su contraste con la bienvenida a los pasajeros a la ciudad que la verdad deja mucho que desear, más aún si consideramos nuestro clima, pero sobre todo preguntamos: ¿Y la accesibilidad? Las personas con discapacidad la pasan mal cuando se trata de hacerlo sin puentes de abordaje: expresan el miedo que sienten cuando los amarran en esas sillas angostas -que así deben ser para que quepan por los pasillos de los aviones- y deben confiar en la fuerza, pericia y coordinación de las dos personas que los suben y bajan en peso por las escaleras.
En fin… estamos en México, y más aún, en Juárez, como dirán algunos para este y otros temas, pero eso no es pretexto para quedarnos cruzados de brazos. Pensar que eso sucede........





















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