Yo sigo creyendo en Santa Claus |
Ciudad de México.- Soy tempranero como el gallo, aunque no tenga ya sus potencialidades. A las 5 de la mañana estoy en pie después de haber dormido 5 horas. No son achaque de senectud el poco dormir y el pronto despertar: los llevo en mí desde la adolescencia. Eso me permitió leer, leer, leer. "El corsario negro", de Salgari; "La vuelta al mundo en 80 días", de Verne; "Los tres mosqueteros", de Dumas. Don Mariano y doña Carmen, mis papás, se preocupaban por mi falta de sueño, si no de sueños, y me llevaban con el doctor Gonzalo, el médico de la familia. Aquel sabio señor escuchaba con paciencia su zozobra, y tras una chupada a su eterno cigarro los tranquilizaba: "Déjenlo. Así es él". También yo me tranquilizaba, pues iba temeroso de que el doctor me recetara una purga de aceite de ricino, remedio universal para la desdichada infancia de aquel tiempo. En este momento ya es de mañana. Todos los días son de mañana mientras haya vida y esperanza. Estoy en mi sillón de siempre. He preparado mi café y lo he bebido a sorbos lentos. Leí ya en mi tableta las noticias. Los periódicos que salen cada día, y los niños que cada día nacen, son constancia de que el mundo sigue dando vueltas. Jugué una enconada partida de ajedrez contra mi computadora a fin de echar a........