Ciudad de México.- Ineficiencia. Incompetencia. Negligencia. Indiferencia. Insuficiencia. Indolencia. Inexperiencia. Dependencia. Tales notas caracterizaron la gestión de Rosario Piedra Ibarra al frente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Acéfala esa oficina habría funcionado mejor que teniendo como titular a dicha señora, cuyo único valimiento está en sus apelativos. Si Claudia Sheinbaum hace que nuevamente se le dé el puesto que en hora mala le otorgó AMLO, mostrará su desdén por las autorizadas voces que se oponen a una segunda designación de Piedra y piden que la Comisión vuelva a ser lo que fue antes de Morena: un organismo defensor de los derechos de la persona humana frente al poder del Estado. La Presidenta, sin embargo, no ha probado tener voluntad propia; sigue atada a los malos usos y pésimas costumbres de los pasados tiempos, y en este caso quizá demandará, como su antecesor, 90 por ciento de sumisión y 10 por ciento de eficiencia, en cuyo caso continuará en el cargo quien es rechazada incluso por ¡Eureka!, la organización que fundó su señora madre, cuya voz suena en la de los integrantes de ese Comité. ¿No los verá Sheinbaum, ni los oirá? Esperemos. Un hombre de astroso aspecto se dirigió en la calle al elegante caballero:........