Admito que soy un nerd. Al menos mis habilidades para el estudio son superiores a mis habilidades sociales. Y cuánto me gustaría que ese gusto raro y minoritario de adquirir más y más conocimiento sea más generalizado; que los temas dominantes de la sociedad giren en torno al entendimiento del maravilloso mundo que nos rodea. Tal vez así, tendríamos menos polémica, menos rencillas, menos cháchara.

El gusto de querer aprender de por vida se lo debo a mis profesores del colegio. Creo que todos ellos –cada cual a su estilo– inspiraron en mí esa manía de querer entenderlo todo. Me acordé de ellos por la proximidad del Día del Maestro. Vinieron a la mente los profes disciplinarios, como el de Ciencias Naturales, que nos exigía leer el texto y encontrar las respuestas nosotros mismos. Luego los creativos, como el profe de Literatura, que llevaba el texto aburrido de una novela a dimensiones sorprendentes y entretenidas. Y luego los moralistas, como el profe de Matemáticas, que relegaba la materia para darnos una oportuna reprimenda, porque –según decía– nos prefería mejores personas que matemáticos. Y finalmente los filosóficos, como el hermano director que reemplazaba a los profes ausentes y nos ampliaba la perspectiva en cualquier materia.

Valga esta pequeña remembranza como muestra de gratitud a todos los maestros que han incidido en nuestras vidas de manera tan positiva. Nunca es tarde para revalorizar el rol fundamental que tienen los educadores en la construcción de una mejor sociedad.

QOSHE - Cara a cara - Pedro Rivero Jordán
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Cara a cara

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04.06.2023

Admito que soy un nerd. Al menos mis habilidades para el estudio son superiores a mis habilidades sociales. Y cuánto me gustaría que ese gusto raro y minoritario de adquirir más y más conocimiento sea más generalizado; que los temas dominantes de la sociedad giren en torno al entendimiento del maravilloso mundo que nos rodea. Tal vez así, tendríamos menos polémica, menos........

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