La Falacia de la "Guerra Sucia" Electoral

En el teatro de la política moderna, pocas acusaciones resuenan con tanta indignación y condena como la de "guerra sucia". Al ser una herramienta de desinformación y destrucción masiva, distorsiona la realidad y desvía la atención de los verdaderos debates, evocando imágenes de engaños deliberados y ataques personales que buscan socavar tanto la candidatura de un oponente como de su misma dignidad.

En un conflicto armado, en una guerra, es ampliamente aceptado que la primera víctima sea la verdad. Es, por lo tanto, irónico que, en el campo de batalla electoral, nos indignemos cuando la verdad, sea cual fuera, es cuestionada y/o suplantada.

Probablemente el problema radica en que el umbral de lo que se considera "sucio" es profundamente subjetivo y, a menudo, políticamente conveniente. Lo que para una campaña es un ataque legítimo a las vulnerabilidades de un oponente, para el otro es una "guerra sucia" inaceptable. Esta ambigüedad permite que la acusación misma de "guerra sucia" se utilice estratégicamente para victimizarse y desacreditar cualquier crítica, por válida que sea, como parte de una conspiración maligna........

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