12 de noviembre 2024 - 03:07
Tras mi charla sobre Tomás Moro en Valladolid, había quedado para cenar con unos amigos. Allí, Vidal Arranz me presentó a un amigo suyo que se había acercado a oírme. Se llamaba Luis Martín. Pregunté a mis anfitriones si podíamos hacerles hueco a ambos en nuestra mesa, y accedieron. Cuánto se lo agradezco ahora.
Luis Martín resultó fascinante. Me leía, lo que predispone; pero incluso eso fue enseguida lo de menos. Era médico y lo llevaba a gala, vocacionalmente. Le apasionaba el cine y me dejó atisbar lo mucho que sabía en dos trazos, a cuenta de Un hombre para la eternidad que era, justo, la película que yo había comentado. Me contó que había militado en dos partidos, el comunista, cuando el tardofranquismo, vaya por Dios,........