"Papá, se dice andaluz, no andalú"

Un momento del traslado a la Catedral de Sevilla de la Esperanza de Triana por su barrio. / David Arjona / EFE

Tener hijos biológicos es un acto de egoísmo. Hay quien sostiene este argumento sustentado en una razón de peso: en este planeta ya somos demasiados. Mientras que en Europa las poblaciones envejecen y los parques se quedan huérfanos de niños, en otras latitudes la gente se hacina en megaciudades. La Tierra tiene unos recursos limitados y no alcanza para todos. Somos una plaga. Lo lógico sería repartir los flujos de población allá donde hay problemas de natalidad. Por tanto, ¿qué sentido tiene reproducirse?

Lo cierto es que cada uno es padre por el motivo que sea, pero todos aquellos que tienen un hijo biológico buscan sus rasgos en el recién nacido. Intentan encontrar el parecido físico con su vástago en un gesto, en su sonrisa, el color del pelo o el color de sus ojos. Es algo........

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