David Broncano. / TVE
Nadal yéndose. U obligándolo a irse, que no es lo mismo. Parece mentira, pero nadie previó que quizá los holandeses no dejaran ganar a Nadal, que el doble se podía perder y que sobreviniera un bajón del quince en el Martín Carpena de Málaga. Fuera de sitio en el campo y perdido entre las emociones de su cerebro, Nadal fue arrollado por un chaval holandés sin respeto por los mitos. Con una carrera excelsa y siendo uno de los mejores deportistas mundiales de todos los tiempos, la gestión de su retirada no ha podido ser peor: dos años arrastrándose por las pistas, falta de claridad por su parte ante la opinión pública, malentendidos con la prensa, imposibilidad manifiesta por su parte de que hay un principio y un final. Lo ha hecho todo mal. Pero ver al héroe herido -acercándose a una muerte que sabe irremisible-, negándose una y otra vez a abandonar una batalla que sabe que ya no puede ganar, también tiene su punto (y su set, y su partido). Por sus........