El diputado del Grupo Mixto José Luis Ábalos, en el Congreso. / Matias Chiofalo / Europa Press
Hubo un tiempo en el que los mandamases del PSOE se indignaban cuando se preguntaba sobre la vida del que era ministro de Fomento, José Luis Ábalos. No hacía falta ser un lince para oler a legua que el desorden reinaba en el día a día del número dos de los socialistas. Cuando ese tema salía a la luz, ellos más que ellas, es algo a destacar, te miraban con condescendencia y entre risas, para recriminar la mirada moralista, trufada de culpa cristiana, con la que se analizaban determinados comportamientos. Eso respondían. Habladurías y cotilleos, zanjaban. “No hay nada”, añadían. De camino te daban a entender, poco más o menos, que el cuestionamiento del perfil del ya exministro era propio de que eras una monja ursulina con poca cintura.
No hace falta explicar que Ábalos, el hijo del torero Carbonerito, el hombre que le montó la campaña de las primarias a Pedro Sánchez, que se levantaba para atender el........