Irene Montero, Pablo Iglesias y el timo de la estampita de Podemos |
Los más viejos del lugar se acuerdan de la mítica escena de Tony Leblanc en ‘Los Tramposos’ donde a un incauto recién llegado a la ciudad cae en el timo de la estampita. Creyendo que se hacía con un fajo de billetes que un tonto se había encontrado en la calle, se encontraba entregando todo lo que tenía a cambio de lo que resultaba ser una ristra de papeles sin valor.
Pues qué quieren que les diga, es ver la escena y acordarme de Pablo e Irene, de Irene y Pablo. Iglesias y Montero, claro está, que no Urdangarin.
Aprovechando la inercia del 15-M, se dedicaron a enseñar euros en forma de regeneración, derechos sociales y participación ciudadana a miles, millones de incautos que se creyeron que lo que había detrás era algo más que lo que luego ha quedado probado: un plan establecido de antemano para llegar a donde llegan todos los neocomunistas que engañan a las masas: a disfrutar una vida que para el resto es inalcanzable.
No se me echen las manos a la cabeza, ni pongan su artillería mediática dirigida a mi yugular.
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Que si el chalecito, que si vacaciones en Menorca, que si los niños al colegio privado, que si la seguridad 24/7, que si los viajes a Nueva York a costa de nuestro bolsillo… Y, todo ello, sin despeinarse. Qué va. Lo que sorprende es que levanten la mano en busca de nuevos ilusos que les sigan financiando la fiesta y aún haya quien acuda a la llamada, que es importante que el sultán no apoquine, que no le da para tanto lujo. Cosas de Garibaldi.
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