La llamada "transición energética" no es en absoluto barata. Un reciente artículo de Nature, por ejemplo, se estimaba que, en ausencia de un cambio tecnológico profundo, el coste para EEUU de lograr emisiones cero en 2050 ascendería a más de 11.000 dólares por persona y año. A menor grado de descarbonización, claro, menor coste: por ejemplo, ese mismo artículo estimaba que reducir las emisiones un 20% respecto a los niveles de 2005 apenas penalizaría a los estadounidenses con una pérdida de 75 dólares por persona y año. La razón es sencilla de entender: cuantas más actividades deban descarbonizarse con tecnologías que hoy por hoy no son suficientemente eficientes, mayor coste.
De ahí que si nuestros burócratas consideran que existe una amenaza existencial para la humanidad que nos impele a avanzar con urgencia hacia la descarbonización plena de nuestras economías deberían en coherencia celebrar, abrazar y jalear cualquier reducción de costes en aquellas tecnologías necesarias para acelerar esa cara transición energética. Por ejemplo, en el coche eléctrico.
Los coches eléctricos chinos fabricados en territorio chino no solo son mucho más baratos que los coches europeos fabricados en territorio europeo, porque las empresas chinas hayan recibido ciertas ayudas indirectas por parte del Estado (como también lo han hecho las automovilísticas europeas, por cierto), sino porque el trabajo, la energía y la tierra son factores productivos mucho más baratos en China que en Europa, sobre todo si se aprovechan las economías de escala posibilitadas por un mercado interno tan gigantesco como el chino.
Es decir, que ahora mismo el mundo dispone de una fábrica altamente competitiva y eficiente para manufacturar a bajo coste las decenas de millones de unidades de vehículos eléctricos que serían necesarias para reemplazar el actual parque automovilístico de motor de combustión y avanzar hacia la descarbonización. Y el mercado, claro, ya está adaptándose a ese favorable contexto sin necesidad de dirección estatal alguna: en 2023, por ejemplo, los vehículos eléctricos chinos ya coparon el 7% de todas las ventas en territorio europeo, frente a apenas el 1% de 2020.
TE PUEDE INTERESAR Una UE dividida da el visto bueno a Bruselas para aplicar aranceles a los coches eléctricos chinos Nacho Alarcón. Bruselas Pero hete aquí que a la Unión Europea no le gusta que la "urgente" descarbonización del parque automovilístico se lleva a cabo con vehículos chinos más baratos y tecnológicamente superiores a sus pares europeos porque ello supondrá la pérdida de muchos puestos de trabajo en el Viejo Continente (hasta 14 millones de obreros dependen directa o indirectamente de esta industria). Y, por eso, han decidido bloquear la importación de vehículos baratos desde china con la imposición de un arancel de hasta el 45% sobre algunas marcas. El objetivo es doble: por un lado, mejorar la competitividad de los fabricantes europeos encareciendo artificialmente la importación de sus rivales chinos; por otro, inducir a las empresas chinas a que instalen sus fábricas dentro del territorio europeo y así puedan........