Matar a Trump: segundo intento

Más madera. A ver si revienta la caldera de las elecciones norteamericanas. En EEUU los acontecimientos con armas de por medio nunca son totalmente nuevos. Siempre ha habido una primera vez anterior en el tiempo. Gerald Ford ya sobrevivió a dos intentos de asesinato en un mes en la campaña de 1975. Ahora Donald Trump, él en dos meses, iguala esa marca. Estamos ante un nuevo cisne negro en la campaña americana. En ese país, visto lo visto, las aves de este color vuelan en manada.

Es normal que queramos respondernos de inmediato por el impacto de este nuevo intento frustrado de atentado en los datos que van ofreciendo las encuestas. ¿Saldrá beneficiado Donald Trump? ¿Le permitirá este episodio sacar ventaja sobre Kamala Harris y recuperar parte del empuje logrado por los demócratas tras decapitar a Biden? Son preguntas pertinentes, puesto que estamos en campaña, pero no es esta la cuestión más relevante.

A 50 días de las elecciones, este episodio no va a cambiar las cosas de manera sustancial en las encuestas. A diferencia del primer atentado, no hay imágenes, no hay épica. Y si el efecto que causó la oreja de Trump sangrando en julio y su grito de coraje pidiendo a sus seguidores que siguieran luchando tras haber salvado la vida de milagro se desvaneció de inmediato por el curso de los siguientes acontecimientos, con más motivo va a ser así de nuevo en esta segunda ocasión.

La moneda va a seguir estando en el aire. Las fuentes de seguimiento demoscópico más fiables vienen confirmándolo desde hace mucho tiempo. Y las variaciones, los altos y bajos de una y otra candidatura, no son ni probablemente van a ser lo suficientemente relevantes como para establecer un claro caballo ganador con anterioridad a los comicios. Quizás con otro sistema electoral, en unas semanas o ahora mismo estaríamos en condiciones de arriesgarnos con un ganador. Pero no es este el caso de EEUU. Y menos en estas elecciones.

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Eso no quiere decir que un segundo intento de cargarse a Trump no tenga consecuencias. Pero la afectación más notoria refiere más al ambiente de campaña. Más veneno. Y sobre todo a lo que pueda suceder después de las elecciones en caso de una derrota muy ajustada del candidato republicano.

El nuevo episodio ampliará la base de creyentes trumpistas que dan crédito a la teoría de la conspiración. Por el motivo que sea, “alguien” ha decidido que Donald Trump no debe llegar a la presidencia. Hay que eliminarlo.

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