¿Por qué una ERC partida por la mitad será menos fiable para los socialistas?

El sábado ERC celebró la primera fase de su 30º Congreso. En esta jornada inicial debía elegirse mediante votación telemática a su nuevo presidente y también a la totalidad de la nueva ejecutiva nacional. Tras solventar esta cuestión, la de las sillas, es cuando el partido convocará el plenario, previsiblemente en febrero, para debatir sobre ponencias estratégicas y organizativas. Primero se decide quién manda y después, ya si eso, lo que quiere hacer el que manda.

Pero no hubo fumata blanca. De las tres candidaturas que se presentaban, ninguna superó el 50% de los votos, el porcentaje que hubiese evitado una segunda vuelta. Las urnas infligieron un sonoro bofetón de la militancia de ERC a Oriol Junqueras, a pesar de que su candidatura superara ampliamente a las otras dos (48,3% de los votos contra el 35,3% y el 12,6% respectivamente).

Como la política es gestión de expectativas, y el equipo de Oriol Junqueras se había pasado la campaña dando por hecho que no habría segunda vuelta y que fácilmente alcanzarían el 60% de los apoyos, es obligado hacer esta lectura. Es un resultado decepcionante para quien llevando casi tres lustros al frente de ERC pretende hacerse pasar ahora por la personificación de la idea de renovación. Lo que sí ha conseguido Oriol Junqueras con su testarudez es dividir el partido hasta límites insospechados y abocarlo, pase lo que pase en segunda vuelta, a un escenario de confrontación interna que va a continuar tras el congreso.

Pensará el lector que estas son cuitas tan internas que únicamente interesan a los afiliados de este partido político. Lamento contradecirlo, pero no es cierto. La debacle de ERC en el último ciclo electoral -municipales, generales y autonómicas, por este orden en Cataluña- no ha evitado que estas siglas mantengan un gran protagonismo en el tablero político gracias a la aritmética.

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Pues bien, la situación a la que va a quedar abocada esta formación política, tras la guerra civil que está viviendo, tendrá consecuencias en su comportamiento a futuro. De tal forma que va a convertirse en un socio menos fiable y más imprevisible para los socialistas. Y esta derivada sí tiene interés más allá del estricto mundillo republicano y de sus 8.030 afiliados con derecho a voto en su Congreso.

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