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No todo es izquierda y derecha. Cinco ejes para interpretar España en 2025

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¿Se han hecho los extremeños de derechas entre 2023 y 2025? Podría interpretarse así, puesto que el 60% de quienes votaron el 21-D decidieron apoyar al PP y/o a Vox, corrigiendo drásticamente una tendencia de cuatro décadas. Demasiado sencillo y, sobre todo, demasiado rudimentario. Tiendo a pensar que ni eran tan de izquierdas cuando el PSOE obtenía mayorías abrumadoras ni ahora son tan de derechas.

Quizá resulte que limitar la división de la sociedad al eje unidimensional derecha-izquierda nunca fue pertinente (como cualquier reduccionismo), pero lo es mucho menos ya avanzado el siglo XXI. Sobre todo si se introducen ingredientes morales tramposos según los cuales unos representan el bien y otros el mal; si se orilla la cuestión primaria más decisiva de la política moderna, que, en mi opinión, es la libertad; si se mezcla lo meramente posicional (¡una escala de 1 a 10 para explicarlo todo!) con algo tan crecientemente borroso como lo que pueda considerarse progresista o reaccionario en pleno tránsito de una a otra era en la historia de la humanidad; y si se mezcla la ideología con el respaldo o el rechazo a un muy concreto Gobierno, de tal forma que ser de derechas o de izquierdas dependa del grado de sanchismo que seas capaz de digerir.

Por otro lado, hay quienes, en plena intoxicación identitaria, han olvidado a sus clásicos. No se encontrarán en los escritos de Karl Marx los vocablos izquierda y derecha. Para él, el motor de la historia es la lucha de clases y el corpus ideológico de los humanos -de existir tal cosa- deriva de su posición en el sistema productivo (el ser social determina la conciencia). La historia ha demostrado que esa es otra mixtificación abusiva; pero me parece más potable una lectura actualizada de esa tesis que el moñigo de identificar sanchismo con progresismo y no sanchismo o antisanchismo con fascismo.

Por lo demás, sospecho por principio de quienes se atribuyen el monopolio de las buenas intenciones. Medio siglo en la política me ha demostrado que las personas honorables y los canallas se reparten equitativamente en todo el espectro ideológico sin distinción de secta, de género o de sigla.

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No pretendo sostener que las categorías clásicas del análisis sociopolítico hayan caducado por completo. Claro que hay visiones conservadoras y progresistas (aunque los criterios que definen unas y otras necesitan una revisión), ricos y pobres, empresarios y asalariados. Y por supuesto, siempre habrá jóvenes y viejos y hombres y mujeres, aunque esto último esté más confuso desde que el BOE abolió la biología.

Pero quizá convenga prestar más atención a otros factores que, a mi juicio, son hoy especialmente relevantes para comprender la sociedad española de 2025, incluidas las corrientes de voto. Belén Barreiro lo anticipó en su libro de 2017 ' La sociedad que seremos'. Siguiendo esa estela, propongo las cinco divisiones binarias que me parecen más determinantes:

1. La brecha generacional

Mayores de 45 años frente a menores de 45. En la actualidad, dos mitades exactas de la sociedad española. Pronto será mucho más numeroso el primer grupo que el segundo.

Puede tomarse cualquier asunto: posiciones políticas, creencias religiosas, valores, gustos y aficiones, hábitos y actitudes o cualquier otro criterio que se nos ocurra. Le aplicas ese corte generacional y encuentras invariablemente la versión contemporánea de las dos Españas; o si se quiere expresar con menos dramatismo, como si fueran dos países distintos.

Sucede que, a causa del suicidio demográfico, los mayores de 45 años tienden a imponerse numéricamente a los menores, aunque estos detenten la hegemonía cultural. En el pasado los padres influían en el voto de los hijos y hoy funciona al revés. Los políticos aplican el cálculo meramente aritmético y vuelcan abrumadoramente los recursos públicos en el segmento de edad más viejo (los mayores de 70 años son los más acomodados, pese a lo cual siguen recibiendo un diluvio de chollos, dádivas y bagatelas). El efecto de esta discriminación objetiva es que aparecen síntomas claros de una especie de rencor generacional que se manifiesta claramente en el voto. Comparen la distribución por edades del electorado del PP vs. Vox -o la del PSOE vs. Sumar/Podemos- y obtendrán más explicaciones que con el cacharro obsoleto de la escala ideológica, que procede de los años 70 del siglo pasado.

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En mi opinión, la edad es el factor más discriminatorio en la España de 2025, y la acción de los gobernantes no hace sino profundizar la brecha en perjuicio de los jóvenes.

2. La España llena frente a la España vacía

Se ha visto claramente en Extremadura: han sido abismales las cifras diferenciales de participación y de voto a la derecha en los núcleos urbanos frente a las de los pueblos despoblados; lo ha sufrido durísimamente el PSOE y, en menor medida, el PP, mientras Vox y Podemos/IU se han beneficiado de ello.

La España cosmopolita, que habita en núcleos urbanos superpoblados, es un universo ontológicamente opuesto a la España vacía que Sergio del Molino describió magistralmente. La España llena coincide geográficamente con la periférica, la que da al mar, a la que se añade un monstruo en el centro de la península llamado Madrid. La España vacía es la del interior peninsular.

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