El tiro por la culata
Cuando en 1992 se inventaron las AFP (D.L. 25897), se nos aseguró que servirían a tres propósitos:
1. Descargar al Estado del tremendo peso previsional que le generaba un forado fiscal enorme (y que administraba mal) y transferirlo a las espaldas individualizadas de todos los trabajadores. De ahí en adelante, las contribuciones previsionales de los peruanos serían gestionadas profesional y competitivamente por un privado que cobraría una comisión (razonable) por ello, y todo en cuentas individuales (cada uno baila con su pañuelo, porque #SolidaritySucks).
2. Incrementar el ahorro nacional (que Alan I pulverizó) para invertirlo en el Perú y ayudar a cerrar la gigantesca y grotesca brecha de infraestructura.
3. Asegurar que los peruanos que se sacaban el ancho trabajando por 40 o 50 años y/o sus familias, pudieran acceder a una pensión digna cuando ya no pudieran trabajar por la razón que fuera: edad, salud, accidente, invalidez o muerte. Si tu último sueldo fue de S/1.000, tu pensión debería ser de S/500 (pensión digna: una tasa de reemplazo de 50% como mínimo).
Habiendo pasado casi 33 años desde que el ministro de Economía que firmó el decreto que inventó a las AFP abrió la suya, podemos dar una mirada a cómo vamos con los objetivos:
1. El Estado, a través de la ONP, sigue gestionando un fondo de pensiones con 1.4........





















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