De la posverdad a la posvergüenza

En el 2025, nuestros políticos dejaron de discutir la verdad. Descubrieron algo más práctico: dejar de disimular. Durante años se habló de la “posverdad” como una moda tóxica: relatos alternativos, hechos maleables, indignaciones por encargo. Hoy el clima es otro. Basta ocupar el espacio y actuar con la tranquilidad de quien sabe que la vergüenza ya no es un requisito.

El Congreso ofrece el mejor retrato de este cambio. Se aprueban leyes con una ligereza que ya no escandaliza, que ignoran límites legales, presupuestales o constitucionales, formuladas sin titubeos. Respaldan leyes que facilitan el crimen y luego evitan llamarlas de este modo, como si el simple pudor del lenguaje tuviera la capacidad milagrosa de limitar sus efectos. No es error técnico: es desparpajo. La moral funciona como un accesorio: se luce cuando sirve y se guarda cuando estorba.La posvergüenza se expresa en ese gesto: defender cualquier cosa con aplomo, sin rubor y sin explicaciones. El error dejó de incomodar. La defensa del error, tampoco.Conviene decirlo: la política sigue........

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