La transición prematura de los combustibles fósiles no es la mejor solución

A partir de la década de 1990, el cambio climático se convirtió en una fijación para los políticos y las élites de los países ricos. Surgió cuando el mundo acababa de ver el final de la Guerra Fría. Reinaba una relativa paz y confianza en el planeta, había un amplio crecimiento económico y se avanzaba rápidamente en la lucha contra la pobreza. En las capitales europeas en particular parecía que la mayoría de los grandes problemas estaban resueltos, por lo que el cambio climático era la frontera final.

Estos defensores de la acción climática defendían con entusiasmo el objetivo de acabar con la dependencia de los mismos combustibles fósiles que habían impulsado dos siglos de asombroso crecimiento. Claro, esto costaría cientos de billones de dólares, pero siempre habría más crecimiento.

¡Qué visión del mundo tan ingenua y limitada! El tiempo no ha sido benévolo con la tonta idea de que el cambio climático era el único problema que le quedaba a la humanidad, o que el planeta se uniría para resolverlo. La geopolítica y la economía hacen imposible una rápida transición mundial para abandonar los combustibles fósiles.

Como ha quedado claro desde hace tiempo para muchos, la mayoría del mundo nunca ha compartido este enfoque miope del cambio climático. A pesar de los inmensos avances, en algunos países la vida sigue siendo una batalla contra la pobreza, el hambre y las enfermedades. En muchos más países, incluida la India, la máxima prioridad es crear más puestos de trabajo y un crecimiento y desarrollo que cambien la realidad........

© El Comercio