La ciencia del clima no debe confundirse con la política climática

Constantemente escuchamos que, como el cambio climático es real, debemos “seguir a la ciencia” y acabar con el uso de los combustibles fósiles. Oímos esta afirmación de políticos que son partidarios de rápidas reducciones de carbono y de los propios científicos naturistas, como cuando el editor en jefe de “Nature” insiste en que “la ciencia es clara: los combustibles fósiles deben desaparecer”.

La afirmación resulta conveniente para los políticos, pues les permite eludir la responsabilidad por los muchos costos y desventajas de la política climática, pintándolos como resultados inevitables al seguir diligentemente las pruebas científicas. Pero es falsa porque confunde la ciencia climática con la política climática.

Está claro que una ciencia climática rigurosa es necesaria para diseñar una política climática sensata, porque nos dice cuál será el impacto físico de emitir más o menos dióxido de carbono. Pero la política climática, como cualquier otra política, debe ser el resultado democrático de una deliberación sobre los beneficios de reducir las emisiones frente a los costos. La climatología nos habla de algunos de esos beneficios, pero no nos dice nada de los costos, que provienen de un campo mucho menos publicitado: la economía climática.

La historia que cuentan los políticos activistas y los activistas climáticos sugiere que acabar con los combustibles fósiles solo traerá beneficios, frente a un panorama infernal si no se hace nada.

Pero la realidad es que el mundo ha mejorado enormemente en los........

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