No tener fe es una señal de ignorancia |
3 y 4
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0 y 2
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1 y 8
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5 y 7
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no
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6 y 9
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Por Javier Mejía Cubillos - mejiaj@stanford.edu
En América Latina, la fe está profundamente enraizada en nuestra cultura. Aparece en las sobremesas, en los refranes, en las despedidas casuales y en los momentos de apuro. “Dios proveerá”, “Dios aprieta pero no ahorca”, “Dios sabe cómo hace sus cosas”. Son fórmulas dichas con la ligereza de quien comenta el clima, pero que esconden una profunda reflexión acerca del funcionamiento del mundo; una que desemboca en la confianza de que aquel, pese a todo, tiende a no desmoronarse.
Hasta hace unas pocas décadas, esa confianza no solo era un atributo generalizado de nuestra cultura, sino que también era parte integral del ethos de las élites. Es decir, era algo interpretado como virtuoso. Sin embargo, con la secularización de nuestras sociedades, la fe perdió prestigio social y, hoy, suele presentarse como un residuo del pensamiento mágico, una muleta emocional propia de quienes no tienen la fortuna de comprender los principios de la ciencia.
Hoy quiero tratar de argumentar que esa visión no podría estar más equivocada.
Quien cree que la mera existencia de........