¿Dinero o prestigio? ¿Cuál vale más la pena buscar? |
3 y 4
3 y 4
0 y 2
0 y 2
1 y 8
1 y 8
5 y 7
5 y 7
no
no
no
no
6 y 9
6 y 9
Por Javier Mejía Cubillos - mejiaj@stanford.edu
Yo desconfío de las personas que buscan atención de manera permanente. Lo hago porque reconozco en mí mismo esa pulsión. La necesidad de ser visto, celebrado y admirado me ha acompañado desde que era niño, y veo en ella uno de mis mayores defectos.
Alrededor de esa pulsión construí mi definición de éxito, y ella me llevó a elegir una profesión que remunera precisamente eso: prestigio. La academia es un negocio donde los beneficios vienen en forma de aplausos y admiración. Y mis años en este negocio—repleto de tantas otras personas con una necesidad de atención comparable a la mía—me han hecho consciente de lo desafortunado que es el prestigio como métrica de éxito. Lo es por varias razones.
En primer lugar, el prestigio está, en gran medida, fuera del control de quien lo persigue. Uno puede invertir mil horas escribiendo un artículo académico—o un poema, para hablar de algo menos frívolo—, poner en ello toda su energía, inteligencia y honestidad intelectual, y aun así es perfectamente normal que el mundo encuentre el resultado irrelevante o incluso repulsivo. No existe una tecnología confiable para producir aplausos. El juicio ajeno es opaco, errático y, por lo general, indiferente al esfuerzo propio.
En segundo lugar, la búsqueda de reconocimiento está íntimamente ligada a la aversión a la crítica y al miedo al........