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Tantas veces Mario

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30.11.2025

Aunque ha dado que hablar a todo el mundo, lo que entristece de la muerte de Mario Vargas LLosa es que, en su propio país, muchos paisanos se han dedicado al raje. A la maledicencia. A la calumnia gratuita. Al menosprecio velado. A la declaración desdeñosa e hipócrita: “no estaba de acuerdo políticamente con él, pero creo que era un buen escritor”. Lo cual es una perogrullada que equivale a decir lo que todo el planeta sabe: Vargas Llosa era un buen escritor. Hablar así delata.

Sino no le hubieran dado la aplastante cantidad y calidad de premios que recibió, tal vez podríamos discutir sobre sus virtudes. Pero se los dieron, probablemente en mayor cantidad y calidad que a  todos los escritores del mundo. Y se los dieron porque se los ganó y se los ganó porque pudo. No porque era un cacaseno. ¿O los  ganó solo por sus buenas relaciones?, ¿porque siempre tiene “patas” en el jurado del concurso en el que participa?  ¿O porque compró a los medios que pudo?, ¿porque  los fans presionaron a la Academia?

Solo un resentido y un envidioso, en su ceguera, puede negar la gigantesca calidad humana de Mario, tanto como su obra de ficción y en prosa; tres cosas que son uno y lo mismo. Lo que hace declarar a The New York Times, en esta hora triste en que Mario ya no está con nosotros: “Ha muerto el escritor más inteligente y consumado del mundo”. Hay demasiados peruanos que no lo saben o no lo creen. O no quieren creerlo.

Repárese en el contraste entre la opinión de The New York Times (como la de miles de lectores que siguen recordando, opinando, reconociendo que ha muerto un hombre extraordinario, un hombre integralmente superior), por un lado;  y la opinión de los resentidos, ignorantes y envidiosos, por el otro, que solo alucinan  defectos,  maldades y errores, sin reconocer ninguna virtud, en la persona de Mario Vargas Llosa,  aunque algunos mencionen que “es un buen escritor”. Como ocurre, por ejemplo, con Laura Arroyo, peruana afincada en Madrid. Ella repite el mismo discurso del resentimiento, la envidia y la insolencia, palabra por palabra, que todos los enemigos gratuitos de Mario. Casi siempre de izquierda. Y dudo que la derecha peruana lo adore. Y menos Jaime Bayly. 

LAURA ARROYO: “Mario Vargas Llosa fue un peruano que representa bastante bien el declive de los valores democráticos a nivel mundial, cuando los pueblos eligen democráticamente transformación en lugar de continuismo”.

Suponiendo que “el pueblo” peruano “elija transformación” (de lo cual tengo razonables dudas), Vargas LLosa ha cambiado de paradigmas esenciales más de dos veces (lo que habla de sus buenas relaciones con la “transformación”). Pero  nunca traicionó en ninguna de sus estaciones existenciales, la necesidad de reformas para América Latina, política, económica, educativo ideológica, etc. ¿A qué “continuismo” se refiere la susodicha? ¿Y en relación a qué? No hay que ser un zahorí para notar el contraste entre la  opinión de la citada paisana, con las razones que dan la Academia Francesa y la Academia sueca, esta última al otorgarle el Premio Nobel de Literatura: “ Por su cartografía de las estructuras de poder y por sus incisivas imágenes de la resistencia, la rebelión y la derrota del  individuo”. 

Da la impresión que la Academia se refiriera a un ser de otro mundo; completamente diferente al que se refiere la paisana Arroyo.  Y Mario era el  liberal. No solo un liberal. El más íntegro, el más completo de nuestro tiempo.

LAURA ARROYO: “Fue un defensor del proyecto de la internacional reaccionaria, con sus avales a José Antonio Kast en Chile o a Bolsonaro en Brasil.”

Lo que no tienen en cuenta los detractores de Mario, como Arroyo, es que cuando él apoyaba a un candidato generalmente era para evitar que salga elegido........

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