En cada esquina, Fidel |
Dicen que un día le preguntaron cuál era su mayor deseo y sin titubear respondió: “pararme en una esquina”. Esa respuesta sobrecoge, un hombre de su talla con una aspiración tan simple, en el sencillo gesto de ver la gente pasar. Él nunca pudo hacer eso, en cualquier sitio que estuvo, dentro y fuera de Cuba generó multitudes que corearon “Fidel, Fidel, Fidel…”
Así le llamó siempre la gente común, tratándolo de tú sabiéndolo cercano como un padre. Nunca esquivó ninguna pregunta, ni siquiera las más provocadoras, sin perder la paciencia. Se sometió a extensas entrevistas con periodistas de todas las ideologías y en todas defendió sus puntos de vista con pasión y verdad.
Su avidez de conocimientos le llevaba a leer incansablemente; cables de todas las agencias internacionales de prensa, para conocer cómo iba el mundo; de temas históricos y científicos porque le apasionaban; los informes relacionados con el desarrollo del país, para poder seguir el hilo de cada empeño y por supuesto literatura.
En cada uno de sus actos estuvieron siempre las ideas del Apóstol, por eso apenas iniciada la Revolución, emprendió la colosal tarea de enseñar a leer y a escribir a cada cubano. La Campaña de Alfabetización fue la primera batalla que........