Mi antídoto a la soledad
Debo hacer una aclaración sincera: cuando me pidieron escribir un antídoto a la soledad, no fue precisamente, por mi (casi nula) maestría en el tema, sino por las ideas rebeldes que a todos alguna vez nos sacuden en la adolescencia. Yo agradezco enormemente la causa.
No puedo silenciar la compañía de esos seres más o menos extraordinarios, esos que dan sentido nuevo a las cosas viejas, o llenan el espacio antes cubierto de ausencias.
Definitivamente, el arte de las palabras resulta la mejor compañía del mundo, con su posibilidad de convertirse en un vicio poco sano, tal como las drogas, el alcohol, los amores distantes y huir de ciertas realidades. En la lectura siempre existe esa delgada línea. A cambio, y por si fuera poco, despierta la........
© El Artemiseño
