“Quien haya nacido en septiembre, que se ponga de pie”
Hace cosa de cien días publiqué aquí el artículo “Ser quinto”, empujado por la desaparición de mi amigo Teodoro González. Lo concluí con esta frase: “Ahora toca esperar y llorar”. Así ha sido. No es que yo sea adivino, es que llevo muchos años con los ojos abiertos. Fue una fatalidad natural su muerte y su cuerpo ya ha sido encontrado.
En estos tres meses angustiosos han pasado muchas cosas infructuosas, pero alguna muy importante. Cuando un colectivo humano que está vivo siente que le falta un trozo, se retuerce de dolor y actúa. En este tiempo, mi pueblo se ha movilizado como un solo cuerpo: familia, amigos, quintos, vecinos… Para eso sirven los pueblos, para que, cuando alguno de sus hijos no llega a casa o está en peligro, los vecinos acudan a buscarle y a socorrerle, si cabe. Aunque al final ha sido encontrado por casualidad, la búsqueda desplegada no ha sido estéril. Al regresar las cuadrillas al pueblo, cansadas y decepcionadas por el nulo resultado, sentían la convicción de haber hecho lo correcto, por mucho de que el fruto no hubiera sido el esperado. La ausencia de Teodoro nos ha desgarrado, pero también ha servido para unir el dolor de su pueblo en un sentimiento común. Eso es mucho.
Todos morimos. Mientras llega ese día, creo que lo mejor que........
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