Conversiones |
Vivimos tiempos de cultura líquida, en la que nada parece definitivo. Pero, al mismo tiempo, comprobamos día a día que hay áreas de nuestra vida que son tremendamente impermeables al cambio. Cambiamos con facilidad en la superficie, pero somos reacios a conversiones de fondo. Ciertamente, hay conversiones, y tenemos muchos testimonios, pero nos cuesta mucho abrir nuestra vida a una verdadera renovación interior.
Jesús, en una ocasión, dio una enseñanza a sus discípulos que ilumina cual es la raíz de este inmovilismo interior que nos hace reacios a cambios profundos. Se trata de una parábola acerca de un fariseo y un publicano que suben a orar al Templo de Jerusalén. El fariseo era un hombre perfecto, que cumplía todos los preceptos de la ley: tantos preceptos positivos como partes tiene el cuerpo, tantos preceptos negativos como días tiene el año. Podríamos decir, incluso, que tiene razón para estar orgulloso de sí mismo. Su........