Diez destinos slow, las preferencias cambian en los viajes de novios

Una luna de miel no es un catálogo de postales; es la primera vez que una pareja sale al mundo como matrimonio. Y, sin embargo, muchos la viven como una gymkana turística: tres países en diez días, cuatro aeropuertos, ocho imprescindibles de Instagram y la sensación de necesitar vacaciones después de las vacaciones.

El slow travel es el antídoto: viajar despacio, sin relojes ni listas absurdas, dando más importancia a las experiencias que a la colección de monumentos. No se trata de verlo todo, sino de vivir de verdad lo que sí veis: comer donde comen los locales, repetir un café en el mismo bar hasta que os saluden por vuestro nombre, aprender el ritmo de un lugar hasta que casi podáis llamarlo casa. Lo que necesita la pareja no es otro sprint, sino bajar el volumen del mundo y subir el vuestro. Y para eso, estos diez destinos son pólvora lenta y segura.

Provenza
La Provenza es el cliché francés que, cuando llegas, descubres que no era un cliché. Colinas suaves, pueblos de piedra, mercados que huelen a queso y a fruta madura, campos de lavanda que al atardecer parecen decorado de película romántica. En luna de miel, lo sensato es fijar base en un pueblo y moverse en coche sin prisa: una mañana de mercado en Aviñón, una tarde en un café de Saint-Rémy, una cena en terraza con vino local. El plan no es ver Provenza, es dejar que se pegue.

Cornualles
En la punta de Inglaterra, Cornwall es final de mapa: acantilados, playas doradas, pueblos marineros y pubs donde la cerveza convive con la leña y el olor a mar.
Perfecto para parejas que quieren caminar juntos contra el viento y terminar el día frente al fuego. Mañanas de sendero costero,........

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