En tierra de nadie

Decía el Maestro Claudio Sánchez Albornoz que, al otro lado del Duero, en lo que denominaba la Extremadura, existió durante varios siglos un vacío demográfico o, lo que viene a ser lo mismo, una despoblación palmaria que convertía aquel rico y afortunado país en tierra de nadie. Terco como era en la defensa de sus posiciones historiográficas, no se conoce argumento que diera escrito o hablado contrario a tal establecimiento pertinaz. Para aquel viejo historiador que llegó a ser presidente de la República en el exilio, maestro de generaciones interminables de historiadores y nacionalistas castellanos, desde Ávila hasta Soria, pasando por el paraíso segoviano, la campiña castellana regada por parte de los afluentes del Duero y alguno confundido del Tajo campó a sus anchas sin poblamiento estable ni sociedad humana que aprovechara semejante y solitaria abundancia.

Con el paso de los años y la inexistencia de algún Maestro atronador en defensa de postulado tan controvertido, los simples mortales lectores de fuentes primarias hemos ido socavando aquel argumentario que dejaba mi querida Segovia en manos de distraídos gatos monteses, delicados linces de bigotes enhiestos persiguiendo liebres por los altos páramos de la Piedad y jabalíes hozando entre la mugre que acumula el tiempo perdido en los bajíos que putrefacta el arroyo Clamores cuando se acerca al alcázar en su peñasco. Difícil era comprender, por cierto, que semejante fortaleza de pose imposible pudiera haber quedado perdida al abandono de un siglo de desinterés por el tesoro que todo aquello ha venido albergando los últimos milenios. También era posible que el Maestro Sánchez Albornoz entendiera el vacío demográfico y........

© El Adelantado