PASKÁNA VALLEJO

ESCRIBE: Jorge Nájar.

A lo largo de las cinco décadas que llevo viviendo en País he sido testigo de la conversión de la tumba del poeta César Vallejo en un punto de convergencia de variada índole. No de un templo donde venerar la imagen o reliquia de un santo o de un héroe -aunque no falten quienes lo coloquen en ese rango-. Tampoco se trata de la metáfora del sepulcro del primer escritor mestizo que parió América.