Por: Ramiro A Gutiérrez P.

Diciembre llega con una narrativa obligada, la de la felicidad. Las luces, los mensajes de unión y las reuniones familiares parecen recordarnos que la Navidad debería vivirse en compañía, con sonrisas constantes, visitas y mesas llenas. Para muchos así es, y está bien reconocerlo. Pero también es cierto que en medio de tanta celebración se instala una presión silenciosa, la idea de que estas fechas solo tienen sentido si se viven acompañados.

La Navidad, más que cualquier otra época del año, nos enfrenta a comparaciones inevitables. Familias reunidas, parejas celebrando, grupos de amigos brindando. Y mientras tanto, hay quienes viven estos días desde otro lugar, desde la ausencia, desde la distancia o desde una soledad que se vuelve más visible. No siempre porque no haya personas alrededor,........

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